A mí me ocurría como a ti. Cuando empecé este blog una vez me preguntaron ¿Qué harás cuando te quedes sin ideas? madre mía, ¡quedarme sin ideas!
Nueva York es inagotable, cada vez que la visito aunque solo hayan pasado 4 meses, los cambios son increíbles porque esta ciudad nunca duerme y siempre está en constante evolución.
Una de las cosas que más me apasiona es descubrir nuevos lugares, de esos que no aparecen en las guías, que los autóctonos no comparten (créeme, tú tampoco lo harías), esos que hago solo míos y que los poquísimos que publico en artículos del blog, se convierten en los más compartidos en redes.
Esos lugares los encontré en su mayoría fuera de Manhattan, concretamente en Brooklyn y Queens. Durante años caminé por cientos de calles, el 90% eran bonitas pero sin más, muy iguales, pero el 10% restante se convirtieron en esos lugares que realmente dan significado y que enganchan tanto de Nueva York.
La multiculturalidad, el sentirte uno más, el saber que estás en lugares que solo los autóctonos conocen e incluso en ocasiones, hasta los desconocen por completo. Y esto te lo garantizo porque me escriben y me lo cuentan, sí, me leen muchísimo desde Nueva York.
Me ha pasado, amigos que viven en Nueva York y que cuando les hablo de un lugar me dicen «no lo conozco ¡llévame!»
Este es el gran motivo por el cual viajo tan a menudo a Nueva York, para estar al día de todas las novedades y para descubrir lugares apasionantes que me enamoren más incluso de la ciudad.